Arahuaco o arawak es el nombre genérico de un grupo de pueblos indígenas que se encontraban asentados en las Antillas y la región circuncaribe a la llegada de los españoles en el siglo XV. Numerosas etnias que hablaban lenguas arahuacas habitaban una extensa zona comprendida entre la actual Florida y las Antillas, y la zona costera de Sudamérica hasta el sur de Brasil. Incluían a los taínos, que ocupaban las Antillas Mayores y Bahamas, los nepoyas y suppoyos de Trinidad y los iñeris que habitaban las Antillas Menores antes de la llegada de los caribe, que vivían en la costa este de América del Sur, hasta lo que es actualmente Brasil. El extremo sur de la difusión arahuaca se encontró en territorios del extremo noroeste de Argentina a donde antes del siglo XIV había llegado la parcialidad arahuaca conocida como chané, en el siglo XX todavía había grupos arawak en el NE. de Boliva y E. de Paraguay.
A la llegada de los conquistadores españoles los taínos estaban sufriendo la invasión de sus territorios y la esclavización de sus mujeres y niños por parte de los caribes. Por el sur de América otras parcialidades arahuacas (arawak) como la de los chané sufrían un proceso similar a manos de etnias como la de los avá, dando lugar por forzada mixogénesis a la población llamada "chiriguana".[cita requerida] Aunque otros grupos del interior de la Amazonia vivían relativamente libres sin estar enfrentados continuamente a sus vecinos, como sucedía con los pacíficos caquetíos de Venezuela. En líneas generales (especialmente en las Antillas) la llegada de los españoles implicó un agravamiento de la situación para los arahuacos (tal cual lo describiera Bartolomé de las Casas), a punto tal que por las enfermedades traídas de Eurasia y las feroces condiciones de esclavización a las que fueron sometidos, la población prácticamente desapareció en algunas regiones del Caribe, aunque en otros lugares se dio un fuerte proceso de mestizaje. La población arahuaca de las Antillas disminuyó y a finales de siglo se había extinguido. Esta catastrófica tasa de mortalidad se debió a la llegada de enfermedades europeas (a las que los arahuacos no eran inmunes), y a la desaparición de sus fuentes de alimentación, entre otras causas históricas. Antes de la conquista española, los sistemas ecológicos de las grandes islas, con sus copiosas cosechas y abundancia de peces, junto con las poblaciones compactas y estables, favorecieron el desarrollo de una evolucionada estructura política y social. Una casta de jefes hereditarios gobernaba a otras tres castas, la más baja de las cuales estaba formada por esclavos. Los conflictos entre las castas parecen ser que eran mínimos. En esta sociedad matrilineal (en la que la sucesión se establece por línea materna). La religión presentaba una jerarquía de deidades paralela a la estructura social. Los grupos arahuacos de Sudamérica resistieron mejor el contacto europeo debido a que sus grupos eran más pequeños y estaban más dispersos. Su estructura social también era matrilineal, pero mucho menos compleja. Los arahuacos de tierra firme comerciaban con los holandeses y los ingleses. Durante los siglos XVII y XVIII evolucionaron hacia una agricultura de plantaciones. En el transcurso del siglo XX, los arahuacos comenzaron a aceptar trabajos asalariados para suplir los escasos beneficios de la agricultura, la caza y la pesca. Aunque su cultura actual refleja diversas influencias externas, este grupo se ha distinguido desde la época prehispánica por su destreza en la alfarería (véase Cerámica), los tejidos, la talla en madera y los metales. En la actualidad viven unos 30.000 arahuacos en Guyana y poblaciones menores en Surinam y en la Guayana Francesa. Otros grupos de habla arahuaca se hallan dispersos por diversas partes de Sudamérica
En el transcurso del viaje, unieron fuerzas con otros pueblos, que también deseaban evitar las guerras y catástrofes. Estos pueblos tenían habilidades valiosos, en el primer asentamiento ("Tamelan k'yaiyawan"), enseñaron a los peregrinos ha combatir. Luego encontraron a la "Gente de la semilla", y más tarde a la "Gente del Rocío", quienes enseñaron a cultivar el maíz. El número de peregrinos yendo al este, continuaba creciendo.
Llegaron a un gran río (probablemente el Colorado), pero mucha gente se ahogó tratando de cruzarlo. Los sobrevivientes siguieron viajando al este, donde entraron en conflicto con la gente que vivía en ciudades en las colinas. Esta gente llamada Kwinikwakwe ("Gente Negra"), fue derrotada por los peregrinos, quienes incorporaron a los sobrevivientes a su sociedad, recibiendo sus técnicas de riego.
Todavía no habían descubierto el centro verdadero del mundo, entonces decidieron dispersarse; en varios grupos convergieron muy cerca del verdadero centro del mundo, pero habían elegido el lado incorrecto del río, y fueron golpeados por las inundaciones. Luego se movieron al otro lado del río, donde está el verdadero centro del mundo, y allí han permanecido.
Ahora sí , reedito este cómic ,
querido Robinson , con un
comentario adecuado.
Espero que te guste.
Otro mito de la creación es el de los algonquinos. Sus protagonistas son los hermanos gemelos Gluskap y Malsum el Lobo. De su origen poco sabemos excepto que su madre murió al darles a luz y que de alguna manera quedaron encargados de dar forma al mundo. De Gluskap nacieron el Sol y la Luna, los animales, los peces y la raza humana. De su malicioso hermano, las montañas, los valles, las serpientes y todo tipo de cosas que se consideran inconvenientes para el hombre. Cada uno de los hermanos poseía el secreto del único modo en que él mismo podía morir. Un día Malsum apeló a la confianza entre ambos, ya que eran familia cercana, para proponer que cada uno le dijera al otro cuál era esa forma de morir. Para probar la sinceridad de sus intenciones, Gluskap aseguró que la única forma de perder su vida sería por el toque de una pluma de búho. Malsum a su vez, sabedor de que su hermano jamás le atacaría porque era demasiado honesto, le contó la verdad: sólo moriría si le golpeaba una raíz de helécho. Luego se despidieron y Malsum se apresuró a buscar un buho para arrancarle una pluma del ala y acto seguido atacar a su hermano que se había quedado dormido. Gluskap «murió», sí, pero de inmediato «resucitó» ya que la forma verdadera de matarle era otra. Al ver lo ocurrido, Malsum se disculpó y pidió perdón asegurando que todo había sido un error. Entonces, su hermano le dijo que no había fallecido porque en realidad sólo la raíz de un pino podría matarle. El malvado lo intentó de nuevo en cuanto su gemelo volvió a quedar dormido. Igual que la primera vez, Gluskap se levantó riendo después del ataque y se fue a pasear por el bosque. Encontró un riachuelo y, dispuesto a comprobar definitivamente que su hermano estaba intentando asesinarle, comentó para sí mismo en voz baja que sólo un junco en flor acabaría con su existencia. Dijo eso porque sabía que Quah-bit el Gran Castor estaba escondido entre los juncos de la orilla y le escucharía. En efecto, el Castor se fue corriendo a ver a Malsum para facilitarle la información y éste se puso tan contento que prometió a Quahbit darle cuanto quisiera. Cuando éste le pidió alas para volar como una paloma, Malsum se burló de él y le mandó a paseo. Furioso, el Gran Castor decidió vengarse. Buscó a Gluskap y le contó lo que había pasado. ¡Ahora sí que éste se enfureció, porque ya disponía de un testigo imparcial, la prueba de que en verdad su hermano intentaba destruirle! Así que fue en busca de Malsum armado con la raíz de un helecho y le atacó con ella: el malvado murió al primer golpe.
A partir de aquel momento, Gluskap se dedicó a terminar él solo la construcción del mundo. Dio vida al hombre a partir del tronco de un fresno —árbol mágico donde los haya— y, a continuación, a los seres sobrenaturales como los genios del bosque (gracias a la corteza del mismo árbol). Más tarde, entrenó a dos pájaros para que se encargaran de recorrer el mundo y traerle noticias acerca de lo que en él ocurriera (igual que el nórdico Odín hizo con sus dos cuervos) pero viajaban tanto y tan lejos que tuvo que nombrar como ayudantes a otra pareja de animales: un lobo blanco y otro negro. La historia de Gluskap continúa con diversas aventuras y por fin desaparece de escena prometiendo volver en el futuro. Cuando abandonó el mundo sucedió algo extraño: las bestias, que hasta ese momento se entendían bien porque hablaban todas de la misma manera, no pudieron comprenderse más las unas a las otras porque cada especie empezó a utilizar una lengua distinta. Su confusión fue tan absoluta que nunca volvieron a mantener relaciones amistosas entre sí, ni lo harán hasta que Gluskap regrese para inaugurar una nueva Edad de Oro como la del principio de los tiempos... En la mitología norteamericana, los animales desempeñan un papel muy importante, como corresponde a unas gentes que estaban en continua interacción con la naturaleza. Dos de los más importantes son el Lobo y el Coyote, por sí mismos o como símbolos de actitudes animales, de dioses o incluso de pueblos. Así, una leyenda muy popular sobre el origen de la muerte cuenta que el Lobo se pasaba la vida intentando fastidiar al Coyote y un día, en tiempos inmemoriales, le dijo que cuando una persona fallecía podía devolvérsele la vida disparando una flecha sobre la tierra que había por debajo. El Coyote replicó desestimando esta ocurrencia: era necesario terminar con semejante regla porque si toda la gente muerta pudiera recobrar la vida, el mundo acabaría superpoblado y se convertiría en un lugar imposible para vivir. La muerte se hacía por tanto necesaria e implacable... El Lobo aceptó sumiso el razonamiento y poco después provocó la muerte del hijo del Coyote. Triste y desolado, éste fue a verlo para recordarle sus palabras sobre la capacidad de revivir con una flecha, pero el Lobo a su vez contraatacó con el argumento de que todo en la tierra debía morir. El Coyote sólo pudo aceptar la amarga conclusión que él mismo forjara. Desde entonces así ha sido y la muerte se ha convertido en el final normal de todos los seres.
Esta leyenda, como la de los cuatro mundos de los hopis, muestra un aspecto importante en la vida de estas tribus: la necesidad de espacio para la supervivencia. La vida no puede desarrollarse constreñida en un agujero. Necesita variedad, multiplicidad, renovación..., es como un torrente de agua que se derrama sin límites (y de ahí que encerrarles en reservas fue la peor tortura que se pudo idear para los indios, que nunca entendieron cómo los blancos podían vivir felices siempre en la misma casa en el mismo sitio). Son numerosas las historias, reales, de indios ancianos que han sido abandonados a petición propia durante alguno de los interminables nomadeos de su tribu al sentir que se acercaba su final y con el deseo de recibirlo solo y en paz, sin causar molestias ni retrasos a los demás. De esta forma, la muerte llegó a formar parte indisoluble del sistema de pensamiento indio. Un grito de guerra muy corriente que ha llegado hasta nosotros debido a la impresión que causaba entre los anglosajones que se enfrentaron con ellos rezaba: «Hoy es un hermoso día para morir». No es que el final físico personal fuera algo deseable en sí mismo, pero no imponía el pavor que paralizaba a muchos blancos. En general, los pueblos tachados de «primitivos» aceptan la idea de la vida y de la muerte con mucha mayor naturalidad y lógica que nuestra Gran Civilización Moderna, pues la ven reflejada constantemente en su existencia y, por tanto, es algo natural para ellos. Nosotros enterramos —y nunca mejor dicho— el concepto de la muerte debajo de innumerables artificios y eufemismos para no pensar en ella y, lo que es peor, vivimos como si fuéramos inmortales. O al menos como si nuestro destino fuera el de perecer dentro de mucho tiempo, a una edad avanzada y plácidamente acostados en una cama, sin plantearnos que quizá este mismo día sea el último de nuestra existencia y aún no lo sabemos. De todas formas, en el caso de los indios, no existen demasiados mitos sobre la vida de ultratumba, porque ellos se tenían a sí mismos por un pueblo vital más que otra cosa, interesado y preocupado por la existencia del aquí y el ahora. Las escasas ocasiones en las que se habla del Más Allá se imagina de una forma muy parecida a este mundo. De hecho, se lo califica como «las Grandes Praderas».
A partir de aquel momento, Gluskap se dedicó a terminar él solo la construcción del mundo. Dio vida al hombre a partir del tronco de un fresno —árbol mágico donde los haya— y, a continuación, a los seres sobrenaturales como los genios del bosque (gracias a la corteza del mismo árbol). Más tarde, entrenó a dos pájaros para que se encargaran de recorrer el mundo y traerle noticias acerca de lo que en él ocurriera (igual que el nórdico Odín hizo con sus dos cuervos) pero viajaban tanto y tan lejos que tuvo que nombrar como ayudantes a otra pareja de animales: un lobo blanco y otro negro. La historia de Gluskap continúa con diversas aventuras y por fin desaparece de escena prometiendo volver en el futuro. Cuando abandonó el mundo sucedió algo extraño: las bestias, que hasta ese momento se entendían bien porque hablaban todas de la misma manera, no pudieron comprenderse más las unas a las otras porque cada especie empezó a utilizar una lengua distinta. Su confusión fue tan absoluta que nunca volvieron a mantener relaciones amistosas entre sí, ni lo harán hasta que Gluskap regrese para inaugurar una nueva Edad de Oro como la del principio de los tiempos... En la mitología norteamericana, los animales desempeñan un papel muy importante, como corresponde a unas gentes que estaban en continua interacción con la naturaleza. Dos de los más importantes son el Lobo y el Coyote, por sí mismos o como símbolos de actitudes animales, de dioses o incluso de pueblos. Así, una leyenda muy popular sobre el origen de la muerte cuenta que el Lobo se pasaba la vida intentando fastidiar al Coyote y un día, en tiempos inmemoriales, le dijo que cuando una persona fallecía podía devolvérsele la vida disparando una flecha sobre la tierra que había por debajo. El Coyote replicó desestimando esta ocurrencia: era necesario terminar con semejante regla porque si toda la gente muerta pudiera recobrar la vida, el mundo acabaría superpoblado y se convertiría en un lugar imposible para vivir. La muerte se hacía por tanto necesaria e implacable... El Lobo aceptó sumiso el razonamiento y poco después provocó la muerte del hijo del Coyote. Triste y desolado, éste fue a verlo para recordarle sus palabras sobre la capacidad de revivir con una flecha, pero el Lobo a su vez contraatacó con el argumento de que todo en la tierra debía morir. El Coyote sólo pudo aceptar la amarga conclusión que él mismo forjara. Desde entonces así ha sido y la muerte se ha convertido en el final normal de todos los seres.
Esta leyenda, como la de los cuatro mundos de los hopis, muestra un aspecto importante en la vida de estas tribus: la necesidad de espacio para la supervivencia. La vida no puede desarrollarse constreñida en un agujero. Necesita variedad, multiplicidad, renovación..., es como un torrente de agua que se derrama sin límites (y de ahí que encerrarles en reservas fue la peor tortura que se pudo idear para los indios, que nunca entendieron cómo los blancos podían vivir felices siempre en la misma casa en el mismo sitio). Son numerosas las historias, reales, de indios ancianos que han sido abandonados a petición propia durante alguno de los interminables nomadeos de su tribu al sentir que se acercaba su final y con el deseo de recibirlo solo y en paz, sin causar molestias ni retrasos a los demás. De esta forma, la muerte llegó a formar parte indisoluble del sistema de pensamiento indio. Un grito de guerra muy corriente que ha llegado hasta nosotros debido a la impresión que causaba entre los anglosajones que se enfrentaron con ellos rezaba: «Hoy es un hermoso día para morir». No es que el final físico personal fuera algo deseable en sí mismo, pero no imponía el pavor que paralizaba a muchos blancos. En general, los pueblos tachados de «primitivos» aceptan la idea de la vida y de la muerte con mucha mayor naturalidad y lógica que nuestra Gran Civilización Moderna, pues la ven reflejada constantemente en su existencia y, por tanto, es algo natural para ellos. Nosotros enterramos —y nunca mejor dicho— el concepto de la muerte debajo de innumerables artificios y eufemismos para no pensar en ella y, lo que es peor, vivimos como si fuéramos inmortales. O al menos como si nuestro destino fuera el de perecer dentro de mucho tiempo, a una edad avanzada y plácidamente acostados en una cama, sin plantearnos que quizá este mismo día sea el último de nuestra existencia y aún no lo sabemos. De todas formas, en el caso de los indios, no existen demasiados mitos sobre la vida de ultratumba, porque ellos se tenían a sí mismos por un pueblo vital más que otra cosa, interesado y preocupado por la existencia del aquí y el ahora. Las escasas ocasiones en las que se habla del Más Allá se imagina de una forma muy parecida a este mundo. De hecho, se lo califica como «las Grandes Praderas».
Tezcatlipoca (en náhuatl Tezcatlīpoca; AFI [teskatɬiː'poka]: 'espejo negro que humea' o 'espejo humeante'), en la cultura nahua (aztecas y otros pueblos mesoamericanos de habla náhuatl), es el señor del cielo y de la tierra, fuente de vida, tutela y amparo del hombre, origen del poder y la felicidad, dueño de las batallas, omnipresente, fuerte e invisible. Entre los nahuas, Quetzalcóatl y Tezcatlipoca son dualidad y antagonía. Quetzalcóatl es llamado también Tezcatlipoca blanco en tanto que el color de Tezcatlipoca es el negro. Ometéotl, el creador, el principio dual, masculino y femenino, en la cultura nahua, viviendo en el decimotercero cielo, engendró cuatro hijos: el primero fue Xipe (Tezcatlipoca rojo o Camaxtle), el segundo fue Tezcatlipoca negro, el tercero fue Quetzalcóatl (Tezcatlipoca blanco), y al cuarto le llamaron Huitzilopochtli (Tezcatlipoca azul o colibrí izquierdo). En una de las leyendas nahuas del origen del universo, Tezcatlipoca y Quetzalcóatl originaron al mundo. Existía solo un océano primigenio, donde únicamente vivía el monstruo de la tierra, Cipactli, Tezcatlipoca ofreció su pie como señuelo, y el monstruo de la tierra emergió y se lo comió. Entonces, Tezcatlipoca y Quetzalcóatl se apoderaron de él, y lo extendieron para convertirlo en la tierra. Sus múltiples ojos se convirtieron en estanques y lagunas, y sus fosas nasales son las cuevas. Para resarcir el daño que le hicieron al monstruo de la tierra, Tezcatlipoca exige ofrendas humanas, consistentes en dar de cada uno lo mejor de sí, alcanzando la trascendencía a través de la acción y la preservación de la naturaleza. Entre los toltecas, era un protector transformador que descendió del cielo a la tierra valiéndose de una tela de araña, para destruir la obra de Quetzalcóatl, a quién se le apareció bajo el aspecto de un viejo que le ofreció el brebaje de la inmortalidad, pero éste era en realidad una bebida enloquecedora. Los espíritus de los muertos debían presentarse ante Tezcatlipoca para recibir su sentencia vestidos con una piel de ocelote y con un yugo de madera al cuello. Antes de entrar en el reino de la muerte, la morada de Mictlan, eran sometidos a varias pruebas. Sus representaciones eran pintadas con un tipo especial de tintes con reflejos metálicos. Solía aparecer representado con una franja negra en el rostro y un espejo de obsidiana en el pecho, donde veía todas las acciones y pensamientos de la humanidad, y del cual brotaba un humo que mataba a sus enemigos. La condición de espejo resume a Tezcatlipoca, los contrastes y dualismos presiden todas sus funciones, Tezcatlipoca también es representado con una franja negra en el rostro y en una pierna muestra un hueso expuesto donde debería estar el pie, como un jaguar, el que va al corazón de la montaña (Tepeyolohtli), fuerza interna de la Madre Tierra, el sol nocturno. Su emblema es un cuchillo de obsidiana, que representa el viento negro y cortante, como las palabras que desarmonizan el entorno y la comunicación cuando no se emplean adecuadamente. Tezcatlipoca es, señor del lado norte del universo, que se identificaba con el Mictlán, región del reposo, y se llama Mictlampa, rumbo de los muertos. Se asocia con el color negro, con la imagen del Técpatl o cuchillo de pedernal, lo preside Yayauhqui Tezcatlipoca (Oscuro espejo su esplendor). El norte es una región árida por donde soplan los vientos fríos. Tezcatlipoca, tenía la habilidad de conocer los pensamientos y los sentimientos, además de ser omnipresente. Es el guerrero del norte, representa el cielo nocturno, la luna y las estrellas. Es llamado "noche y viento, el arbitro, el que piensa y rige por su propia voluntad". Es el dios de la noche y la tentación. Una de sus características más relevantes es poseer la juventud eterna, por eso era llamado telpochtli (el siempre joven). Es invisible, virtud por la que se lo creía omnipresente. Se le atribuye además el nombre yáotl (el enemigo), como la creación del aire y la música (en una mano porta flechas, en la otra una flauta). Es el dios que da y quita la riqueza, es el protector de los esclavos.
En la mitología griega Faetón o Faetonte (en griego antiguo Φαέθων Phaéthôn, ‘brillante’, ‘radiante’) era hijo de Helios (Febo, el ‘brillante’, un epíteto posteriormente asumido por Apolo), y de Clímene, esposa de Mérope. Alternativamente, sería el hijo que Eos dio a Céfalo y que Afrodita robaría cuando no era más que un niño, para convertirlo en un daimon, guardián nocturno de sus más sagrados santuarios. Fue padre con Afrodita de Astinoo. Los cretenses le llamaron Adymus, que para ellos significaba estrella de la mañana y de la tarde. Faetón alardeaba con sus amigos de que su padre era el dios-sol. Éstos se resistían a creerlo y Faetón terminó acudiendo a su padre Helios, quien juró por el río Estigia darle lo que pidiera. Faetón quiso conducir su carruaje (el sol) un día. Aunque Helios intentó disuadirle, Faetón se mantuvo inflexible. Cuando llegó el día, Faetón se dejó llevar por el pánico y perdió el control de los caballos blancos que tiraban del carro. Primero giró demasiado alto, de forma que la tierra se enfrió. Luego bajó demasiado, y la vegetación se secó y ardió. Faetón convirtió accidentalmente en desierto la mayor parte de África, quemando la piel de los etíopes hasta volverla negra. Finalmente, Zeus fue obligado a intervenir golpeando el carro desbocado con un rayo para pararlo, y Faetón se ahogó en el río Erídano (Po). Su amigo Cicno se apenó tanto que los dioses lo convirtieron en cisne. Sus hermanas, las helíades, también se apenaron y fueron transformadas en alisos o álamos, según Virgilio, convirtiéndose sus lágrimas en ámbar. La moraleja de la historia es un añadido posterior. En las primeras referencias homéricas Faetón es simplemente otro nombre del propio Helios. La sustitución de éste por Apolo como dios-sol sucedió más tarde que esta leyenda. Se conservan fragmentos de la tragedia de Eurípides sobre este mito, Phaethon. Al reconstruir la obra perdida y discutir los fragmentos, James Diggle ha cuestionado el tratamiento del mito de Faetón. El tema de la estrella caída debe haber sido familiar en Israel, pues Isaías se refiere a él cuando amonesta al rey de Babilonia por su orgullo.La Enciclopedia Judía cuenta que «es obvio que el profeta, al atribuir al rey babilonio un exceso de orgullo, seguido de su caída, tomó la idea prestada de una leyenda popular relacionada con la estrella de la mañana». La imagen de la estrella caída reaparece sin nombre en el Apocalipsis de Juan. En el siglo IV Jerónimo tradujo ‘estrella de la mañana’ por «Lucifer», llevando el elemento mítico de la estrella caída a la mitología cristiana En el siglo de Oro español el mito ha sido frecuentemente recreado, en obras como: Los rayos de Faetón (1639), de Pedro Soto de Rojas; La Fábula de Faetón (1629), del Conde de Villamediana; El Perro del Hortelano (1613), de Lope de Vega; o El hijo del Sol, Faetón, comedia de Pedro Calderón de la Barca. .
Muchas gracias.
Minos, rey de Creta, fue castigado por Poseidón cuando rompió su promesa de sacrificar el toro que éste le entregara: cautivado por la belleza del animal, Minos lo escondió entre su rebaño y ofreció otro toro en su lugar. La ira del dios frente a semejante traición no tardó en traer consecuencias pues Poseidón consiguió que la esposa del rey, Pasífae, se enamorara sin control del animal. La reina consiguió consumar su amor con la ayuda del ingeniero de palacio, el artífice ateniense desterrado en Creta, Dédalo, quien ideó una estructura de madera en forma de vaca cubierta de cuero para engañar al toro y satisfacer la pasión de la reina. Fruto de esta unión amorosa, nació Asterión, un ser mitad hombre y mitad toro. Entonces, para ocultar la traición de su mujer, Minos ordenó a Dédalo que construyera un recinto intrincado para encerrar a la criatura que su mujer había parido y éste hizo un edificio que hacía equivocarse, pues con intrincadas revueltas la salida permanecía secreta y nadie que entraba en él conseguía salir: Dédalo construyó el Laberinto de Creta para mantener oculto al monstruo.Dédalo era un arquitecto cretense que fue desterrado a Creta. Fue castigado por Minos por haber ayudado a su esposa a satisfacer su deseo fatal y fue encerrado en su propio Laberinto, del que ni él mismo podía salir. Hay quien dice que consiguió salir de la prisión pero que no podía escapar de Creta ya que Minos controlaba todas las salidas de la isla por mar, entonces el inventor fabricó unas alas con plumas y cera para él y para su hijo Ícaro y poder escapar así volando. Advirtió a Ícaro sobre lo peligroso que resultaría volar demasiado alto, pero éste, movido por el ansía de acercarse al sol, desobedeció las órdenes de su padre y los gritos que le suplicaban que volviera, subió más y más hasta que el calor del astro rey derritió la cera de sus alas condenándolo irremediablemente a caer al mar.
Cuenta la leyenda más famosa sobre el Laberinto que el rey Minos exigía un tributo de jóvenes vírgenes a la ciudad de Atenas cada año para alimentar al monstruo; las víctimas entraban en el Laberinto y eran devoradas por el Minotauro. Un año, pero, la hija del rey Minos, Ariadna, se enamoró de un joven ateniense al que estaba dispuesta a salvar de las garras de su hermanastro y a quien prestó su ayuda para que acabara con él y pudiera, después, encontrar la salida de entre los pasadizos rebuscados del Laberinto. Ariadna le entregó el extremo de un ovillo de lana a Teseo, héroe ateniense, que debía atar a la entrada del laberinto para poder más tarde deshacer el camino. Una vez muerto el Minotauro, Teseo se reunió con Ariadna, quien dejó atrás a su familia y a su tierra para emprender rumbo a Atenas y contraer matrimonio con el joven, pero el príncipe griego la abandonó durante el viaje en una isla de la que fue rescatada por Dionisio quien la tomó en matrimonio.
Sin embargo los cretenses se niegan a admitir esta versión del mito y cuentan que el Laberinto era un recinto en el cual permanecían los jóvenes y las doncellas atenienses preparados para participar en los juegos fúnebres en honor a Androgeo, (difunto hijo de Minos y Pasífae); algunos jóvenes eren sacrificados en su tumba y otros eran entregados como esclavos a los vencedores de los juegos. Se dice que cada año, todos los premios los el cruel Tauro, un general del rey Minos de quien se dice que tuvo un romance con la reina Pasífae. Minos, para castigar el arrogante comportamiento de Tauro y vengar el adulterio de su mujer, accedió a la petición de uno de los jóvenes atenienses, el héroe Teseo, de darle muerte con sus propias manos. Ariadna, abrumada por la actuación del joven ateniense se enamoró de él y suplicó a su padre que liberara a Atenas del yugo minoico. Minos accedió y Teseo se casó con Ariadna.
Ambas versiones son acontecimientos que tienen que ver con el bolynthos, -palabra cretense que sirve para designar el toro bravo-, pues el emblema del palacio de Cnosos, gobernado por Minos, era un toro celeste y debemos recordar que el nombre con el que era conocido el Minotauro, Asterión, deriva de la palabra griega astēr, que significa estrella. Otro elemento clave para la formación de la historia puede encontrarse en la misma procedencia de la palabra laberinto ya que el palacio de Cnosos también era conocido como la casa de la doble hacha (labrys) y se dice que era un complejo de habitaciones y pasadizos entre los cuales los invasores extranjeros tuvieron dificultades para capturar al rey y matarlo cuando tomaron la ciudad.
Cuenta la leyenda más famosa sobre el Laberinto que el rey Minos exigía un tributo de jóvenes vírgenes a la ciudad de Atenas cada año para alimentar al monstruo; las víctimas entraban en el Laberinto y eran devoradas por el Minotauro. Un año, pero, la hija del rey Minos, Ariadna, se enamoró de un joven ateniense al que estaba dispuesta a salvar de las garras de su hermanastro y a quien prestó su ayuda para que acabara con él y pudiera, después, encontrar la salida de entre los pasadizos rebuscados del Laberinto. Ariadna le entregó el extremo de un ovillo de lana a Teseo, héroe ateniense, que debía atar a la entrada del laberinto para poder más tarde deshacer el camino. Una vez muerto el Minotauro, Teseo se reunió con Ariadna, quien dejó atrás a su familia y a su tierra para emprender rumbo a Atenas y contraer matrimonio con el joven, pero el príncipe griego la abandonó durante el viaje en una isla de la que fue rescatada por Dionisio quien la tomó en matrimonio.
Sin embargo los cretenses se niegan a admitir esta versión del mito y cuentan que el Laberinto era un recinto en el cual permanecían los jóvenes y las doncellas atenienses preparados para participar en los juegos fúnebres en honor a Androgeo, (difunto hijo de Minos y Pasífae); algunos jóvenes eren sacrificados en su tumba y otros eran entregados como esclavos a los vencedores de los juegos. Se dice que cada año, todos los premios los el cruel Tauro, un general del rey Minos de quien se dice que tuvo un romance con la reina Pasífae. Minos, para castigar el arrogante comportamiento de Tauro y vengar el adulterio de su mujer, accedió a la petición de uno de los jóvenes atenienses, el héroe Teseo, de darle muerte con sus propias manos. Ariadna, abrumada por la actuación del joven ateniense se enamoró de él y suplicó a su padre que liberara a Atenas del yugo minoico. Minos accedió y Teseo se casó con Ariadna.
Ambas versiones son acontecimientos que tienen que ver con el bolynthos, -palabra cretense que sirve para designar el toro bravo-, pues el emblema del palacio de Cnosos, gobernado por Minos, era un toro celeste y debemos recordar que el nombre con el que era conocido el Minotauro, Asterión, deriva de la palabra griega astēr, que significa estrella. Otro elemento clave para la formación de la historia puede encontrarse en la misma procedencia de la palabra laberinto ya que el palacio de Cnosos también era conocido como la casa de la doble hacha (labrys) y se dice que era un complejo de habitaciones y pasadizos entre los cuales los invasores extranjeros tuvieron dificultades para capturar al rey y matarlo cuando tomaron la ciudad.
Actualmente la mayoría de los estudiosos coinciden en afirmar que no existe más laberinto que el propio palacio del rey Minos, pero también se dijo que el laberinto era un dibujo que se encontraba en el suelo del jardín del palacio de Cnosos y que representaba los arbustos por entre los cuales renqueaban las perdices hasta encontrarse con un macho con el que copular, cosa que no sucedía nunca ya que los pasos erráticos de estas aves eran aprovechados por los cazadores para darles muerte una vez llegaban al centro. Así, en Creta durante la celebración de los festivales de la ciudad, los efebos y las doncellas imitaban el recorrido de las perdices en forma de danza erótica guiándose por los trazos del dibujo del suelo, que era un dibujo circular que los hacía girar y los llevaba hasta un centro del que debían ser capaces de alejarse. Esta danza formaba parte del rito de paso que debían superar los jóvenes cretenses.
Este laberinto, de forma circular por el que bailaban los jóvenes, es el que se ha encontrado representado en las monedas de época minoica en el interior del palacio de Cnosos.
Teseo, uno de los más importantes reyes de la antigua Atenas y de los héroes de Ática, tuvo una gestación verdaderamente curiosa y muy propia de la mitología griega. Mitad humano y mitad divino, realizó con eficacia las doce famosas tareas que se le atribuyen (una de ellas fue la de dar muerte al Minotauro de Creta), y reinó en Atenas haciendo de esta ciudad el centro de Ática tras unificar las doce comunidades que la conponían, en la hoy capital de Grecia, y creando el gran festival PANATENEAS, entre otras grandes cosas que hicieron de Atenas la ciudad más gloriosa del mundo antiguo.
Efectivamente. Egeo, rey de Atenas, se sentía frustrado por no tener un hijo varón que le sucediera en el trono tras su primer matrimonio. A ello se unía la constante amenaza de su hermano Palante y sus cincuenta hijos, que esperaba la más mínima oportunidad para arrebatarle el trono, y por ello decidió visitar el oráculo de Delfos, recibiendo de la Pitia una extraña profecía: no debería abrir los odres de vino que portaba hasta llegar a Atenas. En el regreso a su reino se detuvo en Trecén para consultar el significado de semejante augurio con su amigo el rey Piteo, y éste se mostró muy interesado con el relato de Egeo, pues vio la oportunidad de convertirse en abuelo. Piteo, en secreto, abrió los pellejos de vino y emborrachó a su huésped para sque este yaciera con su hija, Etra, en su recámara, a la que le condujo con ese fin. Quiso el destino que Etra hubiera tenido relaciones previamente con Poseidón (siempre presente en esta historia), y ocurriría lo que sucedió muchas veces en estos contubernios mitológicos (véase, por ejemplo, la historia de Zeus y Leda-esposa de Tindareo- de cuya unión nacieron Castor y Clitemnestra, que eran mortales, y Pólux y Helena, que eran semidioses, o el matrimonio entre la diosa oceánide Tetis y el mortal Peleo, padres de Aquiles el héroe de la gerra de Troya). Con la participación de ambos seres, Etra quedó embarazada y concibió a Teseo.
Egeo debió de quedarse mucho tiempo en Trecén, pues llegó a ver el evidente embarazo de su amante, pero debía partir ante la amenaza de ser destronado por su hermano Palante y sus cincuenta sobrinos, asegurándose antes de dejar este asunto arreglado: debajo de una gran roca introdujo sus sandalias y su espada, y le ordenó a Etra que cuando su hijo creciera le condujera a ese lugar secreto, y si el muchacho fuera capaz de recuperar los objetos allí depositados, iniciara un viaje a Atenas para encontrarse con su padre.
Teseo creció sano y feliz en el palacio de su abuelo Piteo junto a su madre, y demostró una gran fortaleza física y valentía. Adolescente ya, fue llevado al santuario de Delfos para adorar al dios Apolo, y ofreció a este un mechón de su cabello afeitándose la parte frontal de su cabeza, cuando lo usual era rasurarse toda la testa, implantando una moda que habría de perdurar mucho tiempo. ¡Todo un lider!.
Cuenta la tradición que al cumplir 16 años Teseo, su madre le reveló la identidad de su padre y le llevó al lugar secreto, la enorme roca, donde Egeo había escondido sus pertenencias para que las rescatara su hijo. El gran muchacho levantó la roca sin mucho esfuerzo y recuperó los objetos que su padre había dejado para él con la intención de ir a su encuentro, como había dispuesto su progenitor.
Decidida ya su partida hacia Atenas, su abuelo Piteo le aconsejó el viaje por mar para evitar los grandes peligros de viajar por tierra, pero el afán de aventura del héroe adolescente (sin duda, se trata de un viaje iniciático) pudo más que los consejos del anciano y decidió ir por tierra, él sólo.
Durante el viaje el joven Teseo llegó a Epidauro y se las vio con Perifetes, hijo de Efesto, dándole muerte y quedándose con su enorme maza; en Corinto dió muerte a Sinis, hijo de Poseidón, y gozó de su primera experiencia sexual: encamarse con su hija Perigune y embarazarla para que ésta pariera a su hijo Melanipo. También mató en Cromión a Fea (una jabalina), a Escirón, a Cerción (hijo de Poseidón, faltaría más) en Eleusis y a Procustes (Procrustes, en algunos textos griegos traducidos al español) en Dafne. Antes de llegar a Atenas aún habría de protagonizar alguna otra movida para mayor gloria del personaje.
Egeo conoció a Medea al partir de Trecén (en la península del Peloponeso-Peloponisos, la isla de Pélope, el hijo de Tántalo) hacia Atenas. Ésta le prometió un hijo si se casaba con ella y ambos se embarcaron en la aventura del matrimonio, cumpliendo los dos el acuerdo: Egeo se casó con ella y Medea le dió un hijo al que llamaron Medo. Los padres de Egeo, Pandión y Pilia, habían acordado dejar el reino de Atenas integramente a su hijo primogénito en detrimento de los demás hijos. Palante no estaba dispuesto a consentirlo y por él y sus cincuenta hijos, trataba de arrebatarle a su hermano mayor la corona de Atenas, pasando por encima del cadaver de Medo si fuera necesario. En el futuro no sería preciso porque el mismo rey desecharía la idea de la sucesión de su hijo legítimo para ofrecérsela a su vástago natural. Medo, como muchos hijos deseados, quedará eclipsado por su hermanastro y solamente valorado y querido por la madre que le parió, que hará todo lo posible y lo imposible por su hijo.
Teseo entra en Atenas precedido por su fama de héroe tras sus hazañas en el camino. Egeo le recibe y acomoda en su palacio sin saber el íntimo parentesco que les une.
Medea teme por su hijo y por ella porque, como maga, intuye la naturaleza del invitado y conoce el destino que le espera. Todo apunta a una nueva crisis en palacio, que habrá de suceder más tarde.
Efectivamente. Egeo, rey de Atenas, se sentía frustrado por no tener un hijo varón que le sucediera en el trono tras su primer matrimonio. A ello se unía la constante amenaza de su hermano Palante y sus cincuenta hijos, que esperaba la más mínima oportunidad para arrebatarle el trono, y por ello decidió visitar el oráculo de Delfos, recibiendo de la Pitia una extraña profecía: no debería abrir los odres de vino que portaba hasta llegar a Atenas. En el regreso a su reino se detuvo en Trecén para consultar el significado de semejante augurio con su amigo el rey Piteo, y éste se mostró muy interesado con el relato de Egeo, pues vio la oportunidad de convertirse en abuelo. Piteo, en secreto, abrió los pellejos de vino y emborrachó a su huésped para sque este yaciera con su hija, Etra, en su recámara, a la que le condujo con ese fin. Quiso el destino que Etra hubiera tenido relaciones previamente con Poseidón (siempre presente en esta historia), y ocurriría lo que sucedió muchas veces en estos contubernios mitológicos (véase, por ejemplo, la historia de Zeus y Leda-esposa de Tindareo- de cuya unión nacieron Castor y Clitemnestra, que eran mortales, y Pólux y Helena, que eran semidioses, o el matrimonio entre la diosa oceánide Tetis y el mortal Peleo, padres de Aquiles el héroe de la gerra de Troya). Con la participación de ambos seres, Etra quedó embarazada y concibió a Teseo.
Egeo debió de quedarse mucho tiempo en Trecén, pues llegó a ver el evidente embarazo de su amante, pero debía partir ante la amenaza de ser destronado por su hermano Palante y sus cincuenta sobrinos, asegurándose antes de dejar este asunto arreglado: debajo de una gran roca introdujo sus sandalias y su espada, y le ordenó a Etra que cuando su hijo creciera le condujera a ese lugar secreto, y si el muchacho fuera capaz de recuperar los objetos allí depositados, iniciara un viaje a Atenas para encontrarse con su padre.
Teseo creció sano y feliz en el palacio de su abuelo Piteo junto a su madre, y demostró una gran fortaleza física y valentía. Adolescente ya, fue llevado al santuario de Delfos para adorar al dios Apolo, y ofreció a este un mechón de su cabello afeitándose la parte frontal de su cabeza, cuando lo usual era rasurarse toda la testa, implantando una moda que habría de perdurar mucho tiempo. ¡Todo un lider!.
Cuenta la tradición que al cumplir 16 años Teseo, su madre le reveló la identidad de su padre y le llevó al lugar secreto, la enorme roca, donde Egeo había escondido sus pertenencias para que las rescatara su hijo. El gran muchacho levantó la roca sin mucho esfuerzo y recuperó los objetos que su padre había dejado para él con la intención de ir a su encuentro, como había dispuesto su progenitor.
Durante el viaje el joven Teseo llegó a Epidauro y se las vio con Perifetes, hijo de Efesto, dándole muerte y quedándose con su enorme maza; en Corinto dió muerte a Sinis, hijo de Poseidón, y gozó de su primera experiencia sexual: encamarse con su hija Perigune y embarazarla para que ésta pariera a su hijo Melanipo. También mató en Cromión a Fea (una jabalina), a Escirón, a Cerción (hijo de Poseidón, faltaría más) en Eleusis y a Procustes (Procrustes, en algunos textos griegos traducidos al español) en Dafne. Antes de llegar a Atenas aún habría de protagonizar alguna otra movida para mayor gloria del personaje.
Egeo conoció a Medea al partir de Trecén (en la península del Peloponeso-Peloponisos, la isla de Pélope, el hijo de Tántalo) hacia Atenas. Ésta le prometió un hijo si se casaba con ella y ambos se embarcaron en la aventura del matrimonio, cumpliendo los dos el acuerdo: Egeo se casó con ella y Medea le dió un hijo al que llamaron Medo. Los padres de Egeo, Pandión y Pilia, habían acordado dejar el reino de Atenas integramente a su hijo primogénito en detrimento de los demás hijos. Palante no estaba dispuesto a consentirlo y por él y sus cincuenta hijos, trataba de arrebatarle a su hermano mayor la corona de Atenas, pasando por encima del cadaver de Medo si fuera necesario. En el futuro no sería preciso porque el mismo rey desecharía la idea de la sucesión de su hijo legítimo para ofrecérsela a su vástago natural. Medo, como muchos hijos deseados, quedará eclipsado por su hermanastro y solamente valorado y querido por la madre que le parió, que hará todo lo posible y lo imposible por su hijo.
Teseo entra en Atenas precedido por su fama de héroe tras sus hazañas en el camino. Egeo le recibe y acomoda en su palacio sin saber el íntimo parentesco que les une.
Medea teme por su hijo y por ella porque, como maga, intuye la naturaleza del invitado y conoce el destino que le espera. Todo apunta a una nueva crisis en palacio, que habrá de suceder más tarde.
Madre e hijo llegan a las playas de la isla de Sefiros, donde reina Polidectes. Perseo y su madre son acogidos por un hermano del rey,Dictis, que es para Perseo como un padre. Pero la belleza de Dánae, que no ha pasado desapercibida ni para Zeus, causa estragos. Polidectes se enamora de ella e intenta conquistarla. Pero Perseo ya no es un niño y protege constantemente a su madre. Es un obstáculo. El rey idea un plan.
Les hace creer a todos que quiere conquistar a la princesa Hipodamia. Hipodamia es una entusiasta de los caballos así que todos sus nobles prometen regalarle uno para que la conquiste.
"¿Y tú que me darías para conquistarla, Perseo?" le dice.
"Yo te traería la cabeza de la Gorgona Medusa" dice orgulloso. La trampa le ha servido a Polidectes mejor de lo que esperaba.
Al día siguiente todos se presentan con sus mejores caballos. Perseo avergonzado, no tiene nada que dar pero promete traer uno él también.
"No Perseo, tú me traerás la cabeza de Medusa" le dice Polidectes.
Perseo no puede negarse o quedará como un cobarde. Pero hay algo con lo que no cuenta Polidectes: los dioses están del lado de Perseo.
Las Gorgonas son tres hermanas: Eurilae, Esteno y Medusa. Solo esta última es mortal. Son unos seres horribles con la cabeza poblada por serpientes. Pero lo que las hace realmente peligrosas es que su mirada convierte en piedra.
Atenea se le aparece a Perseo y le dice lo que tiene que hacer. Debe ir en busca de las Grayas. Las Grayas son hermanas de las Gorgonas, pero al contrario que éstas no viven al otro lado del mundo sino en los confines de éste. Está lejos pero no es imposible llegar.
Las Grayas no son jóvenes ni viejas, simplemente han nacido con aspecto de ancianas. Están tan unidas que tienen un solo ojo y un solo diente para las tres. Pero eso no las hace menos terribles. El ojo nunca descansa pues se lo pasan entre las tres por turnos y el diente lo usan para devorar a los incautos que caen en sus manos. Perseo ha de ser muy hábil. Debe esperar el momento exacto en el que el ojo pasa de una mano a otra por que entonces son vulnerables.
Perseo se sale con la suya. Les arrebata el ojo y el diente. Las Grayas lanzan unos alaridos horribles y suplican que les devuelva el ojo y el diente. Perseo accede, pero antes deben decirle donde se encuentran sus hermanas. Las Grayas no tiene más remedio que ceder a sus deseos.
Ya sabe donde están las Gorgonas, ahora solo le hace falta prepararse para enfrentarse a ellas. Para eso cuenta con la ayuda de los dioses y de las ninfas. Hades le da su casco que tiene el poder de la invisibilidad, Hermes le presta sus sandalias voladoras, Atenea le da la hoz con la que Cronos cortó los testículos de su padre Urano (el cielo). Por último le entregan unas alforjas en las que guardar la cabeza de Medusa.
Perseo acude junto a las Gorgonas y las encuentra dormidas, rodeadas de todos aquellos cuya mirada ha convertido en piedra. Atenea acude en su ayuda. Como es imposible mirar cara a cara a las Gorgonas sin convertirse en piedra, Atenea hace que la medusa se refleje en su escudo de manera que su poder desaparezca. Perseo guiado por la imagen reflejada corta la cabeza de Medusa y huye con las sandalias aladas.Andrómeda Perseo recorre el mundo a toda prisa para rescatar a su madre de Polidectes, pero eso no le impide fijarse en una bella joven. La chica en cuestión está encadenada a una roca junto al mar. Intrigado pregunta el por qué de este comportamiento. El rey Cefeo le cuenta que la joven es su hija Andrómeda. La madre de ésta, Casiopea, se jactó de ser más bella que las propias nereidas y en castigo Poseidón les envió un monstruo marino que se dedica a asolar el país. Solo hay una solución: que Andrómeda sea sacrificada. Perseo promete salvarla si consigue su mano a cambio. Perseo lucha contra el monstruo y lo mata. En un descuido deja caer las alforjas con la cabeza de Medusa y una gran extensión de mar queda petrificada.
Se casa con Andrómeda. pero la chica ya tenía otro pretendiente al que no hace ni pizca de gracia que su novia se empareje con otro. Perseo no tiene más remedio que convertirle, a él y a los que le acompañan, en piedra.
Luego regresa a Serifos. Allí, Dictis y Dánae se han refugiado en un templo huyendo del acoso de Polidectes. El rey está tan ufano en su palacio pensando que se ha librado de Perseo.
Perseo se presenta ante y ante todo su corte que se burla de él, mira hacia otro lado y saca la cabeza de Medusa. Todos quedan petrificados con una expresión de incredulidad en sus rostros, en especial Polidectes.El cumplimiento de la profecía Perseo devuelve todos los objetos mágicos y le regala a Atenea la cabeza de Medusa, que desde ese momento ella incorpora a su escudo. Después decide regresar a Argos. Acrisio se entera de que su nieto viaja para encontrarse con él y pone tierra por medio. Cuando Perseo llega, no le encuentra. Está en un reino vecino, presenciando unos juegos. Perseo le sigue.
Una vez allí, los organizadores le proponen participar en los juegos. Perseo acepta en lo de disco. Cuando tira el disco, lo hace con tan mala fortuna que mata a Acrisio.
Heredero del trono de Argos, decide intercambiar los reinos con su tío y reina en Micenas.
Les hace creer a todos que quiere conquistar a la princesa Hipodamia. Hipodamia es una entusiasta de los caballos así que todos sus nobles prometen regalarle uno para que la conquiste.
"¿Y tú que me darías para conquistarla, Perseo?" le dice.
"Yo te traería la cabeza de la Gorgona Medusa" dice orgulloso. La trampa le ha servido a Polidectes mejor de lo que esperaba.
Al día siguiente todos se presentan con sus mejores caballos. Perseo avergonzado, no tiene nada que dar pero promete traer uno él también.
"No Perseo, tú me traerás la cabeza de Medusa" le dice Polidectes.
Perseo no puede negarse o quedará como un cobarde. Pero hay algo con lo que no cuenta Polidectes: los dioses están del lado de Perseo.
Las Gorgonas son tres hermanas: Eurilae, Esteno y Medusa. Solo esta última es mortal. Son unos seres horribles con la cabeza poblada por serpientes. Pero lo que las hace realmente peligrosas es que su mirada convierte en piedra.
Atenea se le aparece a Perseo y le dice lo que tiene que hacer. Debe ir en busca de las Grayas. Las Grayas son hermanas de las Gorgonas, pero al contrario que éstas no viven al otro lado del mundo sino en los confines de éste. Está lejos pero no es imposible llegar.
Las Grayas no son jóvenes ni viejas, simplemente han nacido con aspecto de ancianas. Están tan unidas que tienen un solo ojo y un solo diente para las tres. Pero eso no las hace menos terribles. El ojo nunca descansa pues se lo pasan entre las tres por turnos y el diente lo usan para devorar a los incautos que caen en sus manos. Perseo ha de ser muy hábil. Debe esperar el momento exacto en el que el ojo pasa de una mano a otra por que entonces son vulnerables.
Perseo se sale con la suya. Les arrebata el ojo y el diente. Las Grayas lanzan unos alaridos horribles y suplican que les devuelva el ojo y el diente. Perseo accede, pero antes deben decirle donde se encuentran sus hermanas. Las Grayas no tiene más remedio que ceder a sus deseos.
Ya sabe donde están las Gorgonas, ahora solo le hace falta prepararse para enfrentarse a ellas. Para eso cuenta con la ayuda de los dioses y de las ninfas. Hades le da su casco que tiene el poder de la invisibilidad, Hermes le presta sus sandalias voladoras, Atenea le da la hoz con la que Cronos cortó los testículos de su padre Urano (el cielo). Por último le entregan unas alforjas en las que guardar la cabeza de Medusa.
Perseo acude junto a las Gorgonas y las encuentra dormidas, rodeadas de todos aquellos cuya mirada ha convertido en piedra. Atenea acude en su ayuda. Como es imposible mirar cara a cara a las Gorgonas sin convertirse en piedra, Atenea hace que la medusa se refleje en su escudo de manera que su poder desaparezca. Perseo guiado por la imagen reflejada corta la cabeza de Medusa y huye con las sandalias aladas.Andrómeda Perseo recorre el mundo a toda prisa para rescatar a su madre de Polidectes, pero eso no le impide fijarse en una bella joven. La chica en cuestión está encadenada a una roca junto al mar. Intrigado pregunta el por qué de este comportamiento. El rey Cefeo le cuenta que la joven es su hija Andrómeda. La madre de ésta, Casiopea, se jactó de ser más bella que las propias nereidas y en castigo Poseidón les envió un monstruo marino que se dedica a asolar el país. Solo hay una solución: que Andrómeda sea sacrificada. Perseo promete salvarla si consigue su mano a cambio. Perseo lucha contra el monstruo y lo mata. En un descuido deja caer las alforjas con la cabeza de Medusa y una gran extensión de mar queda petrificada.
Se casa con Andrómeda. pero la chica ya tenía otro pretendiente al que no hace ni pizca de gracia que su novia se empareje con otro. Perseo no tiene más remedio que convertirle, a él y a los que le acompañan, en piedra.
Luego regresa a Serifos. Allí, Dictis y Dánae se han refugiado en un templo huyendo del acoso de Polidectes. El rey está tan ufano en su palacio pensando que se ha librado de Perseo.
Perseo se presenta ante y ante todo su corte que se burla de él, mira hacia otro lado y saca la cabeza de Medusa. Todos quedan petrificados con una expresión de incredulidad en sus rostros, en especial Polidectes.El cumplimiento de la profecía Perseo devuelve todos los objetos mágicos y le regala a Atenea la cabeza de Medusa, que desde ese momento ella incorpora a su escudo. Después decide regresar a Argos. Acrisio se entera de que su nieto viaja para encontrarse con él y pone tierra por medio. Cuando Perseo llega, no le encuentra. Está en un reino vecino, presenciando unos juegos. Perseo le sigue.
Una vez allí, los organizadores le proponen participar en los juegos. Perseo acepta en lo de disco. Cuando tira el disco, lo hace con tan mala fortuna que mata a Acrisio.
Heredero del trono de Argos, decide intercambiar los reinos con su tío y reina en Micenas.
Cortesía del señor Elías Luna.
Muchas gracias.
Tras la muerte de Pelias, Medea y Jasón parten hacia Corinto. El rey Creonte acoge con entusiasmo a Jasón, que es un héroe, pero no pasa lo mismo con Medea y los dos hijos de ambos.
Jasón ve la oportunidad de conseguir el reino de Corinto y no duda en repudiar a Medea y pedir en matrimonio a la hija de Creonte, Glauce. Creonte está loco de contento. Va a casar a su hija con un héroe y por fin se librará de Medea y los niños.
Pero Medea no acepta fácilmente lo que han preparado para ella. Es capaz de cualquier cosa, ya lo ha hecho antes, y eso la hace muy peligrosa. Convence a Creonte para que acoja a sus hijos aunque la destierre. Para que también Glauce se apiade de ellos les envía con unos regalos: un peplo y una corona. A Glauce se le ilumina el rostro ante la belleza de los regalos. Lo que no sabe es que Medea no espera su piedad, ni ella ni sus hijos van a necesitarla.
Glauce se prueba el peplo y la corona y cae presa de un terrible dolor que le quema el cuerpo. Los regalos estaban envenenados. Su padre se corre a abrazarla y toca el veneno. Ambos mueren en medio de una terrible agonía.
La venganza de Medea aún llega más lejos. Va a matar a sus hijos. Sabe que el dolor que le producirá hacerlo le va a quitar parte de su humanidad, pero también sabe que le va a provocar el mismo tormento a Jasón.
Tras cometer aquel acto terrible, deja a Jasón llorando a sus hijos y huye en un carro de fuego, prestado por su abuelo Helios. Antes maldice a Jasón: morirá por su amado barco.
La profecía se cumple. Mientras duerme a la sombra de Argo, un tablón se desprende y cae sobre él matándole
Pero Medea no acepta fácilmente lo que han preparado para ella. Es capaz de cualquier cosa, ya lo ha hecho antes, y eso la hace muy peligrosa. Convence a Creonte para que acoja a sus hijos aunque la destierre. Para que también Glauce se apiade de ellos les envía con unos regalos: un peplo y una corona. A Glauce se le ilumina el rostro ante la belleza de los regalos. Lo que no sabe es que Medea no espera su piedad, ni ella ni sus hijos van a necesitarla.
Glauce se prueba el peplo y la corona y cae presa de un terrible dolor que le quema el cuerpo. Los regalos estaban envenenados. Su padre se corre a abrazarla y toca el veneno. Ambos mueren en medio de una terrible agonía.
La venganza de Medea aún llega más lejos. Va a matar a sus hijos. Sabe que el dolor que le producirá hacerlo le va a quitar parte de su humanidad, pero también sabe que le va a provocar el mismo tormento a Jasón.
Tras cometer aquel acto terrible, deja a Jasón llorando a sus hijos y huye en un carro de fuego, prestado por su abuelo Helios. Antes maldice a Jasón: morirá por su amado barco.
La profecía se cumple. Mientras duerme a la sombra de Argo, un tablón se desprende y cae sobre él matándole
N. Bathes
Una vez en Colcos, Jasón expuso al rey Aetes el motivo de su llegada. El rey no rehusó a entregarle el Vellocino de oro, pero puso algunas condiciones: Jasón debía, ante todo, imponer el yugo a dos toros de cascos de bronce, regalo de Hefesto, que exhalaban fuego por las narices. Luego, con ayuda de ese tiro, debía arar un campo y sembrar los dientes de un dragón -el dragón de Tebas-. Nunca habría podido Jasón cumplir esas condiciones si no le hubiera ayudado la hija de Aetes, Medea, que había sentido por él una viva pasión. Ante todo le hizo prometer que la tomaría por mujer y la llevaría a Grecia con él, y luego, como era maga (igual que Circe, de quien era sobrina), entregó a Jasón un bálsamo con el que debía untarse antes de afrontar los toros, y le enseñó lo que había de hacer luego. Jasón, debidamente prevenido, logró domar los toros, arar el campo, y, cuando hubo sembrado los dientes del dragón, se apresuró a esconderse, pues de la tierra arada surgía una cosecha de hombres armados, con intenciones hostiles. Jasón, desde su escondite, lanzó en medio de ellos una piedra. Los guerreros se acusaron recíprocamente de haberla lanzado y se mataron entre sí.
El regreso:
No obstante, Aetes no cumplió su promesa; incluso intentó pegar fuego al Argos. Pero Medea, por sus sortilegios, durmió al dragón que guardaba el vellocino y se escapó con Jasón, en la nave, llevándose a su hermano pequeño, Apsirto. Aetes partió en su persecución. Para retardarle, Medea mató a su hermano y tiró sus miembros dispersos al mar. Aetes perdió un tiempo precioso recogiéndolos. Tras de lo cual, ya fue demasiado tarde para continuar la persecución. Durante ese tiempo, el Argos penetraba por las bocas del Danubio (el Istros) y subía por el río. Por ese camino, llegaron al Adriático (la geografía de esta leyenda es bastante incierta). Zeus, en ese momento, levantó contra ellos una violenta tempestad. La pros del navío se puso a hablar y reveló que los Argonautas llevaban la pena del asesinato de Apsirto y que tenían que ir a hacerse purificar por Circe. El Argos subió por el Po (Eridan), llegó al Ródano y volvió a bajar hasta junto a Circe, en la isla de Aeaea. Circe purificó a Medea, pero se negó a recibir a Jasón. Y el navío volvió a zarpar. Guiado por la propia Tetis, por orden de Hera, atravesó sin obstáculo el mar de las Sirenas. Orfeo cantó para evitar a los marinos la tentación de escuchar el canto de esos pájaros maléficos, pero uno de sus compañeros, Butes, prefirió a las Sirenas y saltó al mar. Afrodita le salvó y le estableció en la región de Lilibeo (Marsala). Continuando su ruta, y atravesando el estrecho de Caribdis sin daño, el Argos abordó Corcira, la isla de los feacios. Allí los argonautas encontraron una tropa de colquidianos lanzados en su persecución por Aetes. El rey del país, Alcinoo, rehusó entregar a Jasón y Medea, porque se probó que eran marido y mujer, y ya no dependían de Aetes. Apenas el Argos abandonó Corcira, una violenta tempestad le lanzó a las Sirtes. Llevando la nave sobre las espaldas, a través de las arenas, llegaron al lago Tritonis, cuyo dios, Tritón, les enseñó el medio de volver al mar. Cuando, en su camino, quisieron abordar Creta, tropezaron con un gigante llamado Talos, un "robot", obra de Hefesto, que guardaba la isla por cuenta de Minos. Desde lejos lanzaba rocas enormes contra los barcos que se acercaban. Y, tres veces al día, daba la vuelta a la isla. Ese Talos era invulnerable, pero en el tobillo, bajo una piel muy espesa latía una vena de la que dependía su vida. Medea le hizo enfurecerse con visiones engañosas, hasta que consiguió que se desgarrara el tobillo en una roca, con lo que murió. Los Argonautas pudieron desembarcar, pasar una noche en la orilla y zarpar al día siguiente. Pero, en el mar de Creta, de repente quedaron envueltos por una espesa nube. A ruegos de Jasón, Apolo les envió un chorro de fuego que les enseñó, muy cerca de ellos, un islote donde pudieron fondear. Dieron a ese islote el nombre de Anafi (la Revelación). Luego, siguiendo la Eubea, el navío llegó a Iolcos, al cabo solamente de cuatro meses de viaje, llevando el Vellocino de oro. Jasón, después, fue a consagrar la nave, en Corinto, como exvoto a Poseidón. Las hazañas de Jasón no habían terminado. Como Pelias rehusaba entregar su reino al joven, Medea persuadió a sus hijas, las Pelíadas, para que rejuvenecieran a su padre con encantamientos cuyo secreto le confió. Pero la receta que les dio no era verdadera, y las Pelíadas sólo lograron matar a su padre. A consecuencia de ese crimen, Jasón y Medea hubieron de refugiarse en Corinto, donde vivieron diez años. Al cabo de ese tiempo, Jasón se casó con Medea y se prometió con Creusa, la hija del rey Creón. Medea envió entonces a la muchacha un traje nupcial que le infundió un fuego violento en las venas; todo el palacio real ardió, con Creusa y Creón. Mientras, Medea mataba a los dos hijos que había tenido de Jasón y se escapaba en un carro alado. Jasón, tras todas esta aventuras, volvió a Iolcos y recobró su reino de Acasto, el hijo de Pelias, que había sucedido a su padre. Medea llevó algún tiempo una vida errante. Se quedó algún tiempo en Atenas, cerca de Egeo, pero hubo de abandonar el país. Halló refugio en Asia, en el país de los medas, que le debe su nombre, y luego volvió junto a su padre, a quien le hizo recobrar el reino, que, mientras tanto, le había quitado Perses, el propio hermano de Aetes. Una tradición decía que Medea nunca había muerto, sino que había sido transportada viva a los Infiernos para se allí esposa de Aquiles
No obstante, Aetes no cumplió su promesa; incluso intentó pegar fuego al Argos. Pero Medea, por sus sortilegios, durmió al dragón que guardaba el vellocino y se escapó con Jasón, en la nave, llevándose a su hermano pequeño, Apsirto. Aetes partió en su persecución. Para retardarle, Medea mató a su hermano y tiró sus miembros dispersos al mar. Aetes perdió un tiempo precioso recogiéndolos. Tras de lo cual, ya fue demasiado tarde para continuar la persecución. Durante ese tiempo, el Argos penetraba por las bocas del Danubio (el Istros) y subía por el río. Por ese camino, llegaron al Adriático (la geografía de esta leyenda es bastante incierta). Zeus, en ese momento, levantó contra ellos una violenta tempestad. La pros del navío se puso a hablar y reveló que los Argonautas llevaban la pena del asesinato de Apsirto y que tenían que ir a hacerse purificar por Circe. El Argos subió por el Po (Eridan), llegó al Ródano y volvió a bajar hasta junto a Circe, en la isla de Aeaea. Circe purificó a Medea, pero se negó a recibir a Jasón. Y el navío volvió a zarpar. Guiado por la propia Tetis, por orden de Hera, atravesó sin obstáculo el mar de las Sirenas. Orfeo cantó para evitar a los marinos la tentación de escuchar el canto de esos pájaros maléficos, pero uno de sus compañeros, Butes, prefirió a las Sirenas y saltó al mar. Afrodita le salvó y le estableció en la región de Lilibeo (Marsala). Continuando su ruta, y atravesando el estrecho de Caribdis sin daño, el Argos abordó Corcira, la isla de los feacios. Allí los argonautas encontraron una tropa de colquidianos lanzados en su persecución por Aetes. El rey del país, Alcinoo, rehusó entregar a Jasón y Medea, porque se probó que eran marido y mujer, y ya no dependían de Aetes. Apenas el Argos abandonó Corcira, una violenta tempestad le lanzó a las Sirtes. Llevando la nave sobre las espaldas, a través de las arenas, llegaron al lago Tritonis, cuyo dios, Tritón, les enseñó el medio de volver al mar. Cuando, en su camino, quisieron abordar Creta, tropezaron con un gigante llamado Talos, un "robot", obra de Hefesto, que guardaba la isla por cuenta de Minos. Desde lejos lanzaba rocas enormes contra los barcos que se acercaban. Y, tres veces al día, daba la vuelta a la isla. Ese Talos era invulnerable, pero en el tobillo, bajo una piel muy espesa latía una vena de la que dependía su vida. Medea le hizo enfurecerse con visiones engañosas, hasta que consiguió que se desgarrara el tobillo en una roca, con lo que murió. Los Argonautas pudieron desembarcar, pasar una noche en la orilla y zarpar al día siguiente. Pero, en el mar de Creta, de repente quedaron envueltos por una espesa nube. A ruegos de Jasón, Apolo les envió un chorro de fuego que les enseñó, muy cerca de ellos, un islote donde pudieron fondear. Dieron a ese islote el nombre de Anafi (la Revelación). Luego, siguiendo la Eubea, el navío llegó a Iolcos, al cabo solamente de cuatro meses de viaje, llevando el Vellocino de oro. Jasón, después, fue a consagrar la nave, en Corinto, como exvoto a Poseidón. Las hazañas de Jasón no habían terminado. Como Pelias rehusaba entregar su reino al joven, Medea persuadió a sus hijas, las Pelíadas, para que rejuvenecieran a su padre con encantamientos cuyo secreto le confió. Pero la receta que les dio no era verdadera, y las Pelíadas sólo lograron matar a su padre. A consecuencia de ese crimen, Jasón y Medea hubieron de refugiarse en Corinto, donde vivieron diez años. Al cabo de ese tiempo, Jasón se casó con Medea y se prometió con Creusa, la hija del rey Creón. Medea envió entonces a la muchacha un traje nupcial que le infundió un fuego violento en las venas; todo el palacio real ardió, con Creusa y Creón. Mientras, Medea mataba a los dos hijos que había tenido de Jasón y se escapaba en un carro alado. Jasón, tras todas esta aventuras, volvió a Iolcos y recobró su reino de Acasto, el hijo de Pelias, que había sucedido a su padre. Medea llevó algún tiempo una vida errante. Se quedó algún tiempo en Atenas, cerca de Egeo, pero hubo de abandonar el país. Halló refugio en Asia, en el país de los medas, que le debe su nombre, y luego volvió junto a su padre, a quien le hizo recobrar el reino, que, mientras tanto, le había quitado Perses, el propio hermano de Aetes. Una tradición decía que Medea nunca había muerto, sino que había sido transportada viva a los Infiernos para se allí esposa de Aquiles
[El encuentro de Pelias con Jasón:]
Un segundo oráculo advirtió a Pelias que se cuidara de un hombre con una sola sandalia, y un día que se hallaba en la costa, se le unió un grupo de príncipes aliados para hacer un sacrificio solemne a Posidón, su mirada recayó en un joven magnesio alto, de pelo largo, vestido con una túnica de cuero muy ajustada y una piel de leopardo. Iba armado con dos lanzas de ancha hoja y llevaba solamente una sandalia. Había perdido la otra sandalia en el fangoso río Anauro -al que algunos llaman erróneamente Eveno o Enipeo- a causa de la argucia de una vieja que, apostada en la otra orilla del río, suplicaba a los transeúntes que la cruzaran. Nadie se compadecía de ella, hasta que aquel joven desconocido se ofreció cortésmente a llevarla en su ancha espalda. Pero mientras cruzaba el río empezó a tambalearse por el peso, pues la vieja era nada menos que la diosa Hera disfrazada. Pelias había ofendido a Hera al no hacerle los sacrificios de costumbre y estaba decidida a castigarle por su negligencia. Así pues, cuando Pelias preguntó rudamente al desconocido: «¿Quién eres y cómo se llama tu padre?», el otro contestó que Quirón, su padre adoptivo, le llamaba Jasón, aunque anteriormente le llamaban Diomedes, hijo de Esón. Pelias le miró con desagrado y volvió a preguntar de repente: «¿Qué harías si un oráculo te anunciase que uno de tus conciudadanos está destinado a matarte?». «Lo enviaría a Cólquide en busca del vellocino del carnero de oro -contestó Jasón, sin saber que Hera había puesto esas palabras en su boca-. Te ruego que me digas con quién tengo el honor de conversar.»
Un segundo oráculo advirtió a Pelias que se cuidara de un hombre con una sola sandalia, y un día que se hallaba en la costa, se le unió un grupo de príncipes aliados para hacer un sacrificio solemne a Posidón, su mirada recayó en un joven magnesio alto, de pelo largo, vestido con una túnica de cuero muy ajustada y una piel de leopardo. Iba armado con dos lanzas de ancha hoja y llevaba solamente una sandalia. Había perdido la otra sandalia en el fangoso río Anauro -al que algunos llaman erróneamente Eveno o Enipeo- a causa de la argucia de una vieja que, apostada en la otra orilla del río, suplicaba a los transeúntes que la cruzaran. Nadie se compadecía de ella, hasta que aquel joven desconocido se ofreció cortésmente a llevarla en su ancha espalda. Pero mientras cruzaba el río empezó a tambalearse por el peso, pues la vieja era nada menos que la diosa Hera disfrazada. Pelias había ofendido a Hera al no hacerle los sacrificios de costumbre y estaba decidida a castigarle por su negligencia. Así pues, cuando Pelias preguntó rudamente al desconocido: «¿Quién eres y cómo se llama tu padre?», el otro contestó que Quirón, su padre adoptivo, le llamaba Jasón, aunque anteriormente le llamaban Diomedes, hijo de Esón. Pelias le miró con desagrado y volvió a preguntar de repente: «¿Qué harías si un oráculo te anunciase que uno de tus conciudadanos está destinado a matarte?». «Lo enviaría a Cólquide en busca del vellocino del carnero de oro -contestó Jasón, sin saber que Hera había puesto esas palabras en su boca-. Te ruego que me digas con quién tengo el honor de conversar.»
[La búsqueda del vellocino:]
Cuando Pelias le reveló su identidad, Jasón no se inmutó. Audazmente reclamó el trono que le había usurpado Pelias, aunque no los rebaños y vacadas que lo habían acompañado, y como le apoyaron firmemente su tío Feres, rey de Feras, y Amitaón, rey de Pilos, quienes habían ido a tomar parte en el sacrificio. Pelias no se atrevió a negarle sus derechos de nacimiento. «Pero antes -insistió- te exijo que libres a nuestro querido país de una maldición.» Jasón se enteró entonces de que a Pelias le acosaba el ánima de Frixo, que había huido de Orcómeno una generación antes montado en el lomo de un carnero divino para evitar que lo sacrificaran. Se refugió en Cólquide, donde, al morir, se le negó el entierro adecuado; y según el Oráculo de Delfos, el territorio de Yolco, donde se habían establecido muchos de los parientes minias de Jasón, nunca prosperaría si su ánima no era conducida a su patria en una nave, junto con el vellón del carnero de oro. El vellón colgaba de un árbol en el bosque de Ares Cólquido, guardado día y noche por un dragón que nunca dormía. Pelias declaró que una vez que se realizase esa hazaña piadosa renunciaría de buena gana al reino, que empezaba a convenirse en una carga pesada para un hombre de edad tan avanzada como él.
Hércules es un mito clásica, se puede decir que era el mayor héroe mítico de los griegos. Heracles llamado en lengua latina, es el hijo de zeus, considerado como semidios, es el último héroe que esta engendra en mujer mortal, por su romance con alcmena, hija de Electrión. Se cunta muchas hstorias sobre su vida, siendo la más famosa Los doce trabajos de Hércules. y aquí uno de sus Historias: La aparición de de dos serpientes muertos en la cuna de Hércules. Cuando Heracles era todavía un niño, estando Heracles y su semimellizo Ificles en la cuna, Hera volvió a la carga contra su persona, mandando en la noche dos serpientes muy peligrosas por su tamaño y por su veneno mortal. Las dos serpientes treparon por la cuna y atenazaron con fuerza a las dos criaturas durmientes. Heracles, que Tenía ocho meses de edad, fue alertado por la luz que el vigilante Zeus le envió a la habitación, desde los cielos, se puso en acción, y agró a a los animales y los destrozo como si fuese un hombre adulto sin mucho esfuerzo. Alcmena y Anfitrión oyeron como el pequeño Hércules estaba luchando, pero cuando pasaron al cuarto de los niños, ya no había ningún peligro. Entonces Hercules disfrutaba de su victoria, mientras el aterrorizado Ificles lloraba, buscando desesperadamente refugio en brazos de su madre. Habría que decir también que hay muchos autores que piensan y opinan que las dos serpientes ni eran tan teroríficas y peligrosas ni habían sido enviadas por Hera, sino que era Anfitrión quien las habia puesto alí, para ver cuál de las dos criaturas era la suya. Armin 4º -C.
Heracles fue nombrado así en un intento fallido por aplacar a Hera. Unos pocos meses después de su nacimiento, Hera envió dos serpientes a matarlo mientras dormía en su cuna. Heracles estranguló una serpiente con cada mano y fue hallado por su niñera jugando con sus cuerpos exangües como si fueran unos insignificantes juguetes.
Una versión del origen de la Vía Láctea es que Zeus engañó a Hera para que amamantase al infante Heracles. Al descubrir quién era, lo apartó de su pecho y un chorro de su leche formó la mancha que cruza el cielo y que puede verse en él desde entonces (se cuenta una historia parecida sobre Hera y Hermes, aunque en su caso, el truco funcionó y le tomó más cariño).
Según la tradición griega, probablemente basada en la Oración (XII, 99) de Libanio o en la Epítome de la Biblioteca de Apolodoro, Heracles fue concebido en el vientre cuando Zeus prolongó la noche en tres durante las nupcias de sus padres.
Sigurd o Siegfried (Sigfrido) es un héroe de la literatura y mitología germánica, hijo de Sigmund —rey de los francos— y de Siglinda —hija de Eulimi, que nació en un bosque y murió durante el parto—.
Es protagonista del relato en prosa la Saga Volsunga[1] y del poema el Cantar de los Nibelungos; sin embargo, las variantes de esta leyenda son numerosas, destacando el origen de sus apariciones literarias en las Eddas de la mitología nórdica, obras islandesas medievales: la Edda Menor, Edda de Snorri o Edda en prosa, y la Edda Mayor, Eda de Saemund o Edda en verso. Estas dos colecciones de los relatos nórdicos antiguos conforman la fuente más fidedigna de la mitología nórdica.
El más antiguo son las Eddas en verso. Son una colección de 34 poemas islandeses, salpicadas con prosa que datan del siglo IX al siglo XII. La mayoría de estos poemas tratan la mitología nórdica. Posteriormente a estas Eddas en verso aparecen las Eddas en prosa. Es el trabajo del poeta e historiador islandés Snorri Sturluson (1179–1241). Este trabajo contiene la creación del mundo, varias fábulas mitológicas, un análisis de los poemas antiguos y de las normas que rigen la prosa. En ellas se encuentran dentro de los cantos heroicos las primeras referencias a la historia de Sigfrido.
Sigfrido creció en la selva y luego tuvo como maestro al herrero Mime, que le aconsejó como debía matar a Fafner, el dragón custodio del tesoro de los nibelungos. El futuro héroe forjó nuevamente la espada que había pertenecido a su padre (Nothung o Balmung), y con ella atravesó el corazón del monstruo, en cuya sangre se bañó para hacerse invulnerable. Sólo un lugar de su espalda —donde se pegó una hoja de tilo— no fue bañado por la sangre. El paralelismo con el héroe Aquiles de la mitología griega es asombroso: Aquiles se hizo invulnerable bañándose en la laguna Estigia, y sólo en el talón (de donde le cogía su madre al bañarlo) era mortal.
Con el paso de los siglos, Sigfrido dejó que la sociedad absorbiera sus rasgos de caballero convirtiéndose en una persona indecisa, carente de códigos, amistosamente pobre y falto a la verdad. Ha herido sentimientos y se oculta ignorando a las personas que lo aprecian; que pusieron su empeño en fortalecer alianzas, que han puesto sus hombros en tiempos de guerra y paz.
Cuando Pelias le reveló su identidad, Jasón no se inmutó. Audazmente reclamó el trono que le había usurpado Pelias, aunque no los rebaños y vacadas que lo habían acompañado, y como le apoyaron firmemente su tío Feres, rey de Feras, y Amitaón, rey de Pilos, quienes habían ido a tomar parte en el sacrificio. Pelias no se atrevió a negarle sus derechos de nacimiento. «Pero antes -insistió- te exijo que libres a nuestro querido país de una maldición.» Jasón se enteró entonces de que a Pelias le acosaba el ánima de Frixo, que había huido de Orcómeno una generación antes montado en el lomo de un carnero divino para evitar que lo sacrificaran. Se refugió en Cólquide, donde, al morir, se le negó el entierro adecuado; y según el Oráculo de Delfos, el territorio de Yolco, donde se habían establecido muchos de los parientes minias de Jasón, nunca prosperaría si su ánima no era conducida a su patria en una nave, junto con el vellón del carnero de oro. El vellón colgaba de un árbol en el bosque de Ares Cólquido, guardado día y noche por un dragón que nunca dormía. Pelias declaró que una vez que se realizase esa hazaña piadosa renunciaría de buena gana al reino, que empezaba a convenirse en una carga pesada para un hombre de edad tan avanzada como él.
[La tripulación del Argo:]
Jasón no podía negarle a Pelias ese servicio, así que envió heraldos a todas las cortes de Grecia pidiendo voluntarios dispuestos a embarcarse con él. También consiguió que el tespio Argo le construyera un navío de cincuenta remos, que hizo en Págasas, con madera curada del monte Pelión. Después, Atenea misma puso un mástil oracular en la proa del Argo, cortado del roble de su padre Zeus en Dódona. De los Argonautas -como se llama a los compañeros de Jasón- se han recopilado muchas listas diferentes en diversas épocas, pero los autores más fiables dan los siguientes nombres:
Jasón no podía negarle a Pelias ese servicio, así que envió heraldos a todas las cortes de Grecia pidiendo voluntarios dispuestos a embarcarse con él. También consiguió que el tespio Argo le construyera un navío de cincuenta remos, que hizo en Págasas, con madera curada del monte Pelión. Después, Atenea misma puso un mástil oracular en la proa del Argo, cortado del roble de su padre Zeus en Dódona. De los Argonautas -como se llama a los compañeros de Jasón- se han recopilado muchas listas diferentes en diversas épocas, pero los autores más fiables dan los siguientes nombres:
Heracles fue nombrado así en un intento fallido por aplacar a Hera. Unos pocos meses después de su nacimiento, Hera envió dos serpientes a matarlo mientras dormía en su cuna. Heracles estranguló una serpiente con cada mano y fue hallado por su niñera jugando con sus cuerpos exangües como si fueran unos insignificantes juguetes.
Una versión del origen de la Vía Láctea es que Zeus engañó a Hera para que amamantase al infante Heracles. Al descubrir quién era, lo apartó de su pecho y un chorro de su leche formó la mancha que cruza el cielo y que puede verse en él desde entonces (se cuenta una historia parecida sobre Hera y Hermes, aunque en su caso, el truco funcionó y le tomó más cariño).
Según la tradición griega, probablemente basada en la Oración (XII, 99) de Libanio o en la Epítome de la Biblioteca de Apolodoro, Heracles fue concebido en el vientre cuando Zeus prolongó la noche en tres durante las nupcias de sus padres.
Cortesía de N. Bathes.
Con este número completamos
la serie de los Nibelungos.
Muchas gracias.
Gunter y Hagen parten acompañados de mil guerreros. Tras un largo viaje llegan al castillo de Atila. Al poco de llegar empiezan las escaramuzas, al principio con poca intensidad, pero después se generalizan. Mueren primero los caballeros menos importantes, y después los de más valor. Hagen asesina al hijo de Krimilda y Atila. Al final, Gunter y Hagen caen derrotados y presos. Krimilda exige a Hagen que le diga dónde está el tesoro de Sigfrido, y tras la negativa del prisionero, lo mata. El rey Atila reconoce el valor de su enemigo Hagen, por lo que reprocha a Krimilda su muerte; su pesar es compartido por el caballero Hildebrando, que decide vengarse de Hagen y asesina a Krimilda. Con este sangriento desenlace concluye el Cantar de los Nibelungos.
Para hacerlos sufrir más, los hizo encadenar aparte, de suerte que ninguno de ellos vio al otro, hasta que llevó la cabeza de su propio hermano ante Hagen. La venganza de Krimilda en aquellos dos fue despiadada. La reina se encaminó a donde estaba Hagen.
¡Con cuánta saña habló al héroe!: «Si queréis devolverme lo que me habéis arrebatado, podréis regresar sano y salvo a vuestro hogar de Burgundia».
Así habló el feroz Hagen: «Estás hablando en balde, muy noble reina, pues yo he jurado no mostrar el escondite del tesoro mientras viva alguno de mis señores; así, pues, no se lo daré a nadie».
«Este asunto lo arreglo yo», dijo la noble señora. Entonces mandó quitar la vida a su hermano. Le cortaron la cabeza y, sujeta por el cabello, la llevó ante el héroe de Trónege. Grande fue ahora el dolor de este.
Cuando el atribulado guerrero vio la cabeza de su señor, vuelto a Krimilda, le dijo: «Tú has arreglado el asunto a tu gusto y además ha sucedido cabalmente como yo me lo había pensado. Ahora está muerto el noble rey de Burgundia, y el joven Giselher, así como Gernot. Dónde está el tesoro, mujer endemoniada, quedará siempre oculto para ti».
Dijo ella: «Mal me habéis pagado lo que tenía que exigiros. Así, pues, yo me quedaré con la espada de Sigfrido, la que ceñía mi dulce amado la última vez que lo vi. Por culpa vuestra hube yo de sufrir hondo dolor de corazón».
Luego la sacó de la vaina; esto no lo pudo evitar él. Ahora pensaba ella quitarle la vida al héroe. Levantó la espada con ambas manos y le cortó la cabeza. Esto lo vio el rey Atila. Grande fue su pesar.
Crimilda consagró entonces su vida a vengarse de los asesinos de su esposo. Hizo traer el tesoro de los Nibelungos desde la isla donde se encontraba, y lo empezó a gastar en comprar el apoyo de los soldados de Gunther. Hagen se dio cuenta de esto, y un buen día, fue con su guardia en busca del tesoro y lo tiró al Rhin. De aqui el mito de que en el fondo del Rhin brilla aún el oro del tesoro de los Nibelungos.
De esta época era también Atila, rey de los Hunos, llamado por muchos "el azote de Dios". Atila era un pobre viudito, como Crimilda, y le pidió matrimonio a ésta última. Ante la sorpresa de todos, Crimilda no rechazó a este despreciable individuo, y se casó con él para consumar su venganza. Después de varios años de matrimonio, Crimilda le dio a Atila un hijo que, gracias a Dios, a Odín y a Mahoma, se parecía a su dulce madre. Crimilda entonces pidió a su marido un favor especial, que invitara a su familia al reino de los Hunos. Así lo hizo, y aunque Hagen desconfiara, partieron todos, Gunther, Hagen y un ejército de 300 burgundios a ver a Crimilda. En el camino se toparon con el Danubio, y como no todos sabía nadar, Hagen se ofreció para buscar una forma da cruzar. Bordeando el Danubio se encontró con unas ondinas, ninfas de río que predecía el futuro. Le predijeron que nunca nadie de su expedición cruzaría el Danubio de vuelta a casa, excepto el sacerdote. Hagen prsentía esto desde hacía tiempo, pero antes la muerte que ser tachado de cobarde. Encontró finalmente un barco, y lo llevó donde esperaban los burgundios. A bordo del barco puso a prueba el destino, y arrojó al agua al sacerdote. El cura, del golpe, murió, pero fue lentamente llevado por la corriente a la orilla de la que venían. Hagen supo entonces que iba a pasar lo que iba a pasar y que no se podía torcer el destino.
Llegaron a la corte de Atila y mientras comían, el rey insistió en enseñar su joven hijo a sus invitados. Hagen se las dió de brujo, y dijo que le podía leer el futuro al niño. Lo agarró bien y dijo que le quedaba poco tiempo de vida al hijo de Atila y Crimilda. En ese momento, entraron unos guardias burgundios, y gritaron a la sala que los suyos estaban siendo aniquilados por los guerreros hunos. Hagen entonces levantó al niño, lo cogió por un pie y con su espada, le cortó la cabeza, como venganza por sus soldados. Se produjo una carnicería en el salón del banquete. Todos se pegaron con todos, y Crimilda con un hacha mató a todos sus familiares, a Gunther, al traidor Hagen, incluso a sus hermanitos inocentes a los que tanto quería. Atila, horrorizado ante el espectáculo, decidió acabar con su carrera de barbarie y cedió sus tierras al emperador romano Teodosio.
Brunilda, mortificada por estar casada con tal calzonazos, en vez de con el héroe Sigfrido, le preguntó una y otra vez por qué había permitido que su hermana se casara con un plebeyo como Sigfrido. Gunter se hacía el loco, hasta que Brunilda se cansó y lo ató de pies y manos con su cinturón y lo colgó por la ventana. Ella se fue tranquilamente a dormir y por la mañana lo sacó de allí. Esto lo repitió tres noches, hasta que Gunter decidió tomar medidas, es decir, chivarse a Sigfrido. El héroe pensó que lo mejor sería usar el anillo, que permitía mutar de forma, y hacerse pasar por Gunter la próxima noche. Así lo hizo, atizó bien a Brunilda y además se llevó el famoso cinturón, que escondió en un cajón. Pero este cinturón fue encontrado por su esposa, Crimilda, y creyendolo un regalo, se lo puso un buen día. Cuando Sigfrido lo vio, se puso muy nervioso y le dijo a su esposa que se lo diera, rápido, para tirarlo al Rhin. Ella le pidió una causa, y el dijo que era un secreto. Ella se puso celosa, ya que no era uso de aquellos tiempos que los hombres guardaran cinturones de mujer en los cajones, y Sigfrido se vio obligado a revelar el secreto.
El fin de Sigfrido
Pasaron cinco años, y todo era amor, felicidad en el reino de Sigfrido. En cambio, en Burgundia, Brunilda continuaba amargada por su situación. Ya no deseaba a Sigfrido como antes, ahora lo que deseaba era vengarse de él, por envidia. Así que sugirió, mandó a su marido que invitara a su más querido vasallo, Sigfrido, a pasar una temporada a Burgundia Gunther, que aunque era el rey, ni tomaba parte en las decisiones, asi hizo. Acudió la adorable pareja, y su primer acto fue asistir a misa en la capital de Burgundia. Para la ocasión, Crimilda se puso el cinturón de la Valquiria, que llevaba años poniéndose por coquetería y por orgullo, y lo escondió bajo su manto. En la entrada de la catedral, se produjo uno de los episodios más bochornosos de la la Historia de la Diplomacia. Crimilda quiso entrar la primera a la catedral, cosa que no gustó a Brunilda. Así entre cuñadas se inició una sucia pelea verbal, hasta que Crimilda confesó el origen de su cinturón para demostrar que su marido era el más macho. Brunilda, sintiéndose tan avergonzada, que juró que se vengaría de Sigfrido
Le pidió la Valquiria a su marido que matara a Sigfrido, ya que le había deshonrado revelando la historia del cinturón. El rey no quería hacerlo, pero al final se vio envuelto en una conspiración urdida por el envidioso Hagen. Al día siguiente del episodio dela catedral, se iba a organizar una cacería. Hagen, muy astuto, fue a confesarle a Crimilda que su marido tenía enemigos, y que durante la cacería se atentaría contra su vida. Crimilda, que era tonta del bote, le pidió a tito Hagen que le protegiera, y él accedió, pero a cambio debía saber cual era su famoso punto débil. Crimilda, se lo dijo, y para facilitar las cosas, cosió en su túnica una equis roja que indicaba el punto exacto. Y pasó lo que tenia que pasar. Mientras Sigfrido bebía agua en un manantial Hagen lo hirió de muerte con la lanza en el hombro. Sigfrido murió, pero con él no acabaron las desgracias del anillo. Gunther creyó que con esta "hazaña" ganaría el favor de Brunilda, pero no fue así. Ella, sin embargo, fue a la iglesia, y a los pies del féretro, murió de dolor.
Sigfrido entonces vio el anillo maldito, y se lo llevó. A la salida, un amable pájaro le informó de que le anillo que se llevaba le haría invisible y le permitiría cambiar de forma (se le olvidó contarle el pequeño detalle de que también traería la penuria, la desgracia, la agonía, la muerte a su portador)
Sigfrido en Islandia
A Sigfrido se le había subido lo del dragón a la cabeza, y decidió que un héroe como él había de casarse con la princesa de sangre más azul que pudiera encontrarse. Por aquel entonces la princesa más princesa que había era Crimilda, la hermana del rey Gunter, que vivía en el reino de Burgundia. Sigfrido emprendió su viaje al tiempo que reconquistaba las tierras de su padre, y dicen que recorrió todo el mundo (aunque "todo el mundo" por aquellos tiempos eran un par de hectáreas alrededor del Rhin) hasta llegar a Burgundia. Tras ese año, Sigfrido era un héroe de renombre, y Gunter estaba encantado con que se casara con Crimilda, pero decidió sacarle provecho a la situación. Le dijo que accedería a que se casara con su hermana si le conseguía a la valquiria Brunilda. Sigfrido aceptó y se fueron todos a Islandia, donde habitaba su madre Brunilda.
Allí fueron Gunter, Sigfrido, Hagel (un guerrero malo y envidioso) y el trovador Volker. Al llegar a Islandia, vieron unos muros de fuego en la playa. Cuando Sigfrido se iba acercando, las llamas disminuían, dejando al descubierto una árbol de plata que crecía en el interior de una hoguera. Sigfrido se siguió acercando, y la última hoguera se apagó y apareció, dormida, la valquiria Brunilda, madre de Sigfrido. Había sido castigada por Odín a dormir envuelta en llamas hasta que llegara el poseedor de la Balmunga.
Brunilda es salvada por su hijo Sigfrido, ella le tira los tejos a su retoño y pasa olímpicamente de Gunter, que al fin y al cabo, es el que ha financiado el crucero a Islandia. Pero Gunter no se dio por vencido tan facilmente, y le dijo a Brunilda que haría lo que fuera para conseguirla. Ella, convencida de la inutilidad de su pretendiente, le impuso tres pruebas: la prueba de la piedra, la del escudo y la del salto.
1. La prueba del salto
Todos los asistentes a la prueba se colocaron en la fortaleza de Brunilda. La primera participante, Brunilda la Valquiria, en representación de Islandia, ejecuta un salto brillante que la hace volar por encima de la fortaleza hasta un campito cercano. El segundo participante, el rey Gunter , en representación de Burgundia, salta aún más lejos que la islandesa ante la incredulidad de los jueces, que creían que ese era el día en que se consumaría el suicidio del monarca. Lo que ellos no sabían es que Sigfrido, usando su anillo, se había vuelto invisible y había saltado con Gunter entre sus brazos, limitándose este último a poner posturita de superman saltador.
2. La prueba de la piedra
Bajo un nombre prometedor, esta prueba consistía básicamente en tirar una roca lo más lejos posible desde el promontorio famoso. La delicada Brunilda agarra la roca de dos toneladas y la tira a varios kilómetros de allí. Gunter, que debía de estar algo fondón, levanta la piedra también, con la ayuda invisible de Sigfrido la mandar a tomar viento fresco. Brunilda se tira de los pelos ante la perspectiva de matrimonio con Gunter.
3. La prueba del escudo
Esta es la prueba definitiva que Gunter tendrá que superar para llevarse a Brunilda a casita. Otra prueba de fuerza en la que hay que derribar al adversario que se protege con un escudo haciendo uso de una lanza. Gunter es el primero en sujetar el escudo, con la ayuda de Sigfrido claro, y sale airoso de la brutal acometida de Brunilda. Sin embargo, Sigfrido es herido en el labio, y una gota de sangre cae al suelo, gota que parece proceder de ningún sitio. Finalmente, Gunter derriba a la valquiria con la lanza, y a esta no le queda más remedio que declararse vencida.
Las bodas
Finalmente Gunter y Brunilda se casaron, muy en contra de la voluntad de esta última, y a Sigfrido por fin se le dio la mano de Crimilda
Cortesía de N. Bathes.
Sigurd o Siegfried (Sigfrido) es un héroe de la literatura y mitología germánica, hijo de Sigmund —rey de los francos— y de Siglinda —hija de Eulimi, que nació en un bosque y murió durante el parto—.
Es protagonista del relato en prosa la Saga Volsunga[1] y del poema el Cantar de los Nibelungos; sin embargo, las variantes de esta leyenda son numerosas, destacando el origen de sus apariciones literarias en las Eddas de la mitología nórdica, obras islandesas medievales: la Edda Menor, Edda de Snorri o Edda en prosa, y la Edda Mayor, Eda de Saemund o Edda en verso. Estas dos colecciones de los relatos nórdicos antiguos conforman la fuente más fidedigna de la mitología nórdica.
El más antiguo son las Eddas en verso. Son una colección de 34 poemas islandeses, salpicadas con prosa que datan del siglo IX al siglo XII. La mayoría de estos poemas tratan la mitología nórdica. Posteriormente a estas Eddas en verso aparecen las Eddas en prosa. Es el trabajo del poeta e historiador islandés Snorri Sturluson (1179–1241). Este trabajo contiene la creación del mundo, varias fábulas mitológicas, un análisis de los poemas antiguos y de las normas que rigen la prosa. En ellas se encuentran dentro de los cantos heroicos las primeras referencias a la historia de Sigfrido.
Sigfrido creció en la selva y luego tuvo como maestro al herrero Mime, que le aconsejó como debía matar a Fafner, el dragón custodio del tesoro de los nibelungos. El futuro héroe forjó nuevamente la espada que había pertenecido a su padre (Nothung o Balmung), y con ella atravesó el corazón del monstruo, en cuya sangre se bañó para hacerse invulnerable. Sólo un lugar de su espalda —donde se pegó una hoja de tilo— no fue bañado por la sangre. El paralelismo con el héroe Aquiles de la mitología griega es asombroso: Aquiles se hizo invulnerable bañándose en la laguna Estigia, y sólo en el talón (de donde le cogía su madre al bañarlo) era mortal.
Con el paso de los siglos, Sigfrido dejó que la sociedad absorbiera sus rasgos de caballero convirtiéndose en una persona indecisa, carente de códigos, amistosamente pobre y falto a la verdad. Ha herido sentimientos y se oculta ignorando a las personas que lo aprecian; que pusieron su empeño en fortalecer alianzas, que han puesto sus hombros en tiempos de guerra y paz.
El tesoro de los Nibelungos, que es la epopeya más popular de la antigua literatura alemana y constituye el poema inmortal de Alemania, es una obra anónima de principios del siglo XIII en la que se reúnen leyendas anteriores. Son los nibelungos un linaje mítico de enanos, descendientes del rey Nibelung, es decir: hijo de la oscuridad. En el poema se mezcla lo histórico con lo legendario, y, entre otros personajes famosos, interviene Etzel (Atila), rey de los hunos. En la primera parte, Sigfrido, héroe del poema, se casa con Crimilda, hermana de Gunther, rey de los borgoñones, y luego, víctima de los odios de Brunequilda, muere a manos del terrible guerrero Hagen. En la segunda parte, Hagen, malherido, es llevado a presencia de Crimilda, quien, ante su negativa de revelar el lugar en que escondió el tesoro de los nibelungos que le había robado, empuña con ambas manos la espada de Sigfrido y lo decapita en presencia del rey Etzel y de Ilildebrando
Hace mucho tiempo, en los primeros días de la era cristiana, habitaba en la región de los Países Bajos un joven héroe, llamado Sigfrido, que había conquistado con su fuerza y valor el tesoro inagotable de los nibelungos, con el país que poseían éstos y su famosa espada Balmung. Oyó hablar Sigfrido a unos viajeros, que llegados a la corte de su padre el rey Sigemundo, de una doncella maravillosamente hermosa, hermana del rey del país del Rin, y cuya fama se había extendido hasta las más apartadas regiones. Esta bella joven, cuyo nombre era Crimilda, no quería dar su mano a ninguno de sus numerosos pretendientes, porque no sentía ningún deseo de casarse.
Al oír Sigfrido el relato de la hermosa Crimilda, sintió nacer el amor en su corazón y juró hacerla su esposa. Viendo sus padres que no podían disuadirle de su resolución, le dieron una escolta de valientes caballeros; y el bizarro Sigfrido se dirigió con ellos a Worms, capital donde residía Gunther, rey del país del Rin.
Después de siete días de marcha llegaron a Worms, donde fueron muy bien recibidos por Gunther, a cuyos oídos ya había llegado la fama de Sigfrido. Quedóse éste un año en la corte, interviniendo en las justas y torneos; pero ni una sola vez pudo ver a la hermosa dama por la cual había venido. Sigfrido sobrepujó en hazañas a todos los caballeros de Borgoña, y Crimilda, aunque sin dejarse ver, no se cansaba de observarlo desde su celosía
Al oír Sigfrido el relato de la hermosa Crimilda, sintió nacer el amor en su corazón y juró hacerla su esposa. Viendo sus padres que no podían disuadirle de su resolución, le dieron una escolta de valientes caballeros; y el bizarro Sigfrido se dirigió con ellos a Worms, capital donde residía Gunther, rey del país del Rin.
Después de siete días de marcha llegaron a Worms, donde fueron muy bien recibidos por Gunther, a cuyos oídos ya había llegado la fama de Sigfrido. Quedóse éste un año en la corte, interviniendo en las justas y torneos; pero ni una sola vez pudo ver a la hermosa dama por la cual había venido. Sigfrido sobrepujó en hazañas a todos los caballeros de Borgoña, y Crimilda, aunque sin dejarse ver, no se cansaba de observarlo desde su celosía
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ResponderEliminarHermosa página. Gracias.
ResponderEliminarMuy buena página para realizar descargas; los felicito por haberme permitido leer estas historias tan hermosas.
ResponderEliminarDe verdad muchas gracias por este aporte tan extraordinario.
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